Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

jueves, 18 de octubre de 2012

DEGRADACIÓN DEL AIRE


El aire puro, el agua corriente, el suelo fértil, los bosques, los pastos, los animales silvestres, todos ellos, pueden constituir recursos naturales renovables, es decir, pueden durar indefinidamente sin reducir su reserva, porque son reemplazados por procesos naturales, más rápidamente que los recursos no renovables.
Sin embargo, debido a todos los procesos de degradación a los que están expuestos, su calidad de “renovable” es sólo potencial o teórica. Existen muchos tipos de degradación ambiental, cuyo concepto se refiere a cuando utilizamos nuestros recursos renovables a una velocidad mayor a la que la naturaleza puede reponerlo. Otra forma de degradación, es su inutilización mediante la contaminación.


DEGRADACIÓN
AGUAS
AIRE
SUELOS
BIODIVERSIDAD Y BOSQUES
Uso exacerbado
Agentes patógenos
Contaminantes orgánicos e inorgánicos
Nutrientes vegetales
Sustancias radiactivas
Calor
Emisión de gases de efecto invernadero
Otros.
Agotamiento de nutrientes
Sobrepastoreo
Deforestación
Anegación
Salinización
Escorrentías superficiales
Viento

Degradación de hábitats
Contaminación
Caza furtiva
Comercio ilegal de especies
Incendios




  • Aguas
 La explotación de aguas subterráneas (napas freáticas) y superficiales para consumo, uso industrial o riego, a una velocidad mayor que la de reposición natural, puede afectar su disponibilidad, conduciendo a la escasez del recurso.

Su uso para actividades domésticas (consumo, cocinar, higiene), industriales (procesos, limpieza, refrigeración) o agrícolas (riego, limpieza), puede contaminar el agua con todo tipo de agentes: patógenos (bacterias, virus, protozoos, parásitos provenientes de desechos orgánicos); contaminantes orgánicos (las bacterias usan oxígeno para biodegradables, con lo que se consume el oxígeno disuelto en el agua causando la muerte de la vida acuática); contaminantes inorgánicos (ácidos, compuestos de metales tóxicos, etc.); nutrientes vegetales que causan la eutrofización del agua (crecimiento excesivo de plantas acuáticas que después mueren y constituyen un contaminante orgánico que agota el oxígeno disuelto del agua); otras sustancias orgánicas como el petróleo, plaguicidas, detergentes; sedimentos o materia suspendida (partículas insolubles de suelo que enturbian el agua); sustancias radiactivas que pueden causar defectos congénitos y cáncer; y calor (disminuyen el oxígeno disuelto del agua).


  • Aire
 El aire puede ser degradado por las emisiones del transporte, la industria en general, y la energética. Los contaminantes emitidos a la atmósfera dependerán de cada caso. En la actualidad, la mayor preocupación la constituyen las emisiones de los gases de invernadero que están modificando el clima en el mundo. Otra consecuencia de dichas emisiones es la acidificación, que se debe a la emisión de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, que interaccionan en la atmósfera produciendo ácido sulfúrico y nítrico, que caen a tierra arrastrados por las precipitaciones, o en forma de depósitos secos, partículas y gases atmosféricos.
Debido a la característica dinámica de la atmósfera, los contaminantes pueden o bien ser removidos por precipitación, o ser trasportados grandes distancias por los vientos, esto dependerá de factores climáticos, del tipo de emisión, y del tipo de contaminante.

  • Suelos
La falta de un manejo adecuado del suelo en la agricultura, puede ocasionar su erosión y el agotamiento de los nutrientes que los cultivos requieren para su crecimiento, afectando así la productividad del suelo. El sobrepastoreo ganadero también ocasiona su erosión y puede conducir a la desertificación de los mismos convirtiéndolos en suelos improductivos. El suelo improductivo puede constituir un problema para las poblaciones que viven de sus cultivos o de la producción ganadera, y puede representar una amenaza para la seguridad alimentaria. En el mundo, cada año, la erosión de los suelos y otras formas de degradación de las tierras provocan una pérdida de entre 5 y 7 millones de hectáreas de tierras cultivables.
La desertificación, es la degradación de las tierras áridas, semiáridas y subhúmedas secas. En la actualidad es considerada una problemática mundial, por el grado de avance en los territorios como resultado de actividades humanas, y factores climáticos. En la Argentina, la degradación y deterioro por esta causa, afecta el 75% del territorio nacional, y al 30% que la población. Entre las causas de la desertificación, la degradación a través de los procesos erosivos (erosión hídrica y eólica) es una de las principales.
El riego inadecuado, con falta de drenajes necesarios para evitar anegamientos, y la acumulación de sales, que provocan su salinización, también disminuye la capacidad productiva del terreno, afectando el crecimiento de los cultivos.
Estas actividades de sobrepastoreo y las prácticas agrícolas inadecuadas ponen en riesgo los ecosistemas, que amenaza con la pérdida de la biodiversidad de los pastizales, bosques y del suelo.

  • Biodiversidad y Bosques
La diversidad biológica es la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas. Esta biodiversidad nos provee de alimentos, maderas, fibras, energía, materias primas, sustancias químicas, industriales y medicamentos.

Los bosques tropicales constituyen el almacén clave de la diversidad biológica del mundo. El mismo fue desarrollado por 100 millones de años de actividad evolutiva. Ocupan sólo el 6 % de la superficie terrestre, y viven en ellas más de la mitad de todas las especies de la tierra.
 Numerosas actividades humanas provocan la disminución de especies sobre el planeta, la principal la constituye la deforestación, que resta hábitats para su vida, en muchos casos son irremplazables para ellas. Otro factor que afecta la vida silvestre, es la contaminación, y ahora, además, se ven afectadas por el calentamiento climático global. Las especies con rangos climáticos limitados o pequeñas poblaciones serán las más vulnerables a la extinción.

La deforestación de bosques puede provocar severas consecuencias, entre ellas, la deforestación y cultivo de laderas con mucha pendiente puede provocar una severa erosión de las mismas, que reduce además la capacidad de conservación de la humedad de los suelos y carga de sedimentos a las corrientes de agua, los lagos y los embalses; destruye numerosos hábitats de especies, que pueden ver amenazada su sobrevivencia; se reduce de forma considerable la capacidad de producción maderera a largo plazo; se disminuyen las fuentes de sumideros de dióxido de carbono, incrementando los riesgos del cambio climático. Una tierra desmontada puede volver a recuperarse, nunca a su forma original, pero para obtener nuevamente un bosque maduro deben de transcurrir entre 100 a 200 años, dependiendo del tipo de bosque y de especies arbóreas.
Hay regiones en las cuales los incendios forestales originados de forma natural, o por acción del hombre, degradan extensiones importantes de bosques.

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