Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

miércoles, 24 de octubre de 2012

EL MAESTRO DEBE SER ANTE TODO UN HOMBRE POLÍTICO


 En efecto, el maestro debe ser ante todo un hombre político, sabio en psicología, que tenga una función especial que no se lo ponga al cubierto, por el contrario debe ser un hombre completo. Ya deben pasar los días en que nos ponen al margen de la vida y la lucha social política. No se puede ser un simple maestro. Salir y sacar a los estudiantes de las jaulas y escuelajaulas y, mostrarles el mundo y la sociedad, tal cual son. El papel enorme de los maestros debe ser rescatado en la práctica y éste, reitero, no debe justificar su inoperancia e indiferencia a la exigua remuneración, porque, hay maestros con una existencia patética tan indiferente. Son tan indiferentes, que son indiferentes hasta de su propia indiferencia. Es una verdad tan evidente, como que mañana es otro día. La baja remuneración no debe cerrar las puertas de nuestro cerebro, debe servir más bien para una explosión espiritual y convertirse en realidad viva, en lucha ardiente, en voluntad resuelta contra la postergación y el autoritarismo teórico y práctico de los que ostentan el poder. Un maestro de este temple vale por varios maestros, quien sabe por cientos. Es curioso señalar que algunos maestros, pese a comprender y vivir su propia situación, se impone muchas veces a sí mismo, una astenia política, quedando un individualismo montarás por sobre su buen nombre y el buen ejemplo que desea significar. Basta de ser “Prudentes fingidos y falsos virtuosos” como señala categóricamente José Saramago en su hermosa novela “Ensayo sobre la ceguera” (1995), una obra que nos retrata de cuerpo entero, que les recomiendo que lean. Basta de permanecer ciegos frente a nuestra realidad, vendiendo ideas que también ciegan a los demás.Entonces, queda totalmente descartado, que cuando hablamos de política, pueda significar una fuerza ambiciosa a la que se entregan determinadas personas en busca de satisfacer intereses personales mezquinos, que algunas llegan al extremo hasta de equivocarse en su juramento (“Juro por la plata” dijo una vez un congresista electo). Esta vulgaridad política es lo que descartamos. No la política como ciencia y como ciencia debe ser ordenada, creadora, humanista, real, honesta y evidente y sobre todo pedagógica.
Los maestros estamos en la obligación de enseñar pedagogía política. Cómo hacer política y, para saberlo, hay que participar y ser políticos, porque es la ciencia de la realidad.
Fuente: Carlos Villacorta V. http://caobac.blogspot.mx/

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