LA MAMBA

Serpiente mamba negra, la más peligrosa

Las serpientes siempre se caracterizaron por ser animales ponzoñosos, la mayoría de las veces, y es por ello que si nos topamos con alguna de ella, lo más probable es que salgamos corriendo.

Una de las víboras con mayor reputación en el continente africano es la serpiente mamba negra; su longitud es aproximadamente de 2,5 m pero algunas especies alcanzan los 4,5 m; el nombre “mamba negra” se debe a que en el interior de su boca podemos divisar el color negro. El color de su piel varía entre el amarillento y el gris metalizado; otro atributo importante de este animal es su velocidad, es la serpiente más rápida del mundo ya que puede moverse de 16 a 20 km/h. La serpiente mamba negra es territorial, y por ello es muy agresiva si se siente atemorizada, cuando se torna en este estado, levanta su cabeza mirando directamente a los ojos del humano, arquea la parte posterior y avanza mientras balancea su cuerpo.

Acto siguiente, abre sus mandíbulas mientras silva agresivamente; su mordedura inyecta 100 mg de veneno y solo para matar a un hombre adulto se necesita entre 10 y 15 mg de éste. Cuando caza animales de tamaño pequeño, solo basta con que los muerda una vez, cuando lo hace, retrocede esperando que el veneno paralice a la presa; la muerte es el resultado de la sofocación ya que los músculos respiratorios se paralizan. La fama de la serpiente mamba negra no se debe al veneno, ya que no es el más tóxico, sino a su naturaleza agresiva y a la gran cantidad de sustancia que inyecta en una sola mordida.

El hábitat de este reptil yace en los huecos hechos por insectos, grietas de rocas o madrigueras. Podemos verlas durante el día buscando a sus presas (pájaros y lagartos en su mayoría); la mamba verde occidental y la mamba del este también son fatales, pero menos venenosas que la serpiente mamba negra. Una de las desventajas de este reptil es que no posee una buena viste, pero de todos modos su olfato está muy desarrollado; en Kenia se la llama “la sombra de la muerte” o “la serpiente que avanza sobre su cola”; si nos llegara a morder, moriríamos en espacio de 10 minutos. Cuando decimos que es la más rápida del mundo no exageramos, seguramente podremos oír historias en donde una serpiente ha alcanzado a gente galopando a caballo en los bosque tropicales del Sur de África; la velocidad de la serpiente mamba negra en los terrenos planos es realmente increíble. El índice de mortalidad con respecto a su mordida es de casi un 100%, aunque no atacan a los humanos, nunca deberíamos acercarnos lo suficiente como para provocarlas, debe quedar en claro que este animal no puede ser nunca considerado como mascota.

¿Qué hacer si nos muerde una serpiente mamba negra?

Cuando nos muerde una serpiente mamba negra podemos llegar a entrar en pánico, no porque el veneno sea más tóxico que el de otras serpientes sino porque la cantidad inyectada es letal; cuando ésta nos ataque sentiremos dolor intenso que, sino se trata, puede llevar a la muerte. La mordedura de una serpiente mamba negra es un accidente peligroso, aunque rara vez una mordedura de víbora puede resultar letal, lo más probable es que el de la mamba negra sí lo sea. Si alguien es mordido, debe transportar al paciente tan rápido como sea posible a un hospital donde le suministrarán el suero o antídoto, si es posible entabille la zona en donde se produjo la mordedura y cargue a la víctima ya que no podrá caminar.

Notaremos una abultada hinchazón, por ello deberemos quitar los accesorios que puedan estar apretando la zona (anillos, pulseras, ropa, etc). La mayoría de los médicos están de acuerdo en no efectuar tratamientos de campo como los torniquetes y la aplicación de hielo como así también en cortar y succionar el área afectada ya que esto es poco efectivo. Bajo ninguna circunstancia desperdicie tiempo, no olvidemos que si no se llega a la clínica en 10 minutos, el paciente podría morir.

Los síntomas iniciales de una mordida de la serpiente mamba negra son: dolor en la zona afectada, hormigueo en las extremidades, dificultad para ver, salivación excesiva, transpiración y pérdida del control de los músculos; si no se administra un tratamiento a tiempo, a estos síntomas se le añadirán náuseas, dificultad para respirar y parálisis del cuerpo. Ya en el final de la acción del veneno, la víctima presentará convulsiones, un paro respiratorio seguido del fallecimiento.