Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

viernes, 19 de octubre de 2012

¿Sentimos todos el dolor con la misma intensidad?

dolor-cabeza
En absoluto. Hace algunos años, el neurocientífico Bob Coghill y sus colegas de la Universidad Wake Forest de Carolina del Norte (EE UU) analizaron el cerebro de varios sujetos con ayuda de imágenes obtenidas mediante resonancia magnética nuclear mientras les sometían a un mismo estímulo doloroso, y comprobaron que cada persona tiene una sensibilidad diferente al dolor, y que no siempre está directamente relacionada con el daño recibido. Eltálamo, la región que recibe el mensaje doloroso de los nervios, se activa en todos nosotros de manera similar. Pero una vez que la señal alcanza el cerebro “cada persona valora la información basándose en su experiencia previa, sus emociones y sus expectativas” explica Coghill.


Por otra parte, la anticipación del dolor hace que su intensidad aumente. Arne May, de la Universidad de Hamburgo, lo comprobó aplicando calor en el brazo de varios voluntarios durante seis días consecutivos. A la mitad de los sujetos les avisó de que el dolor se haría cada vez más intenso, y manifestaron experimentar la misma molestia cada día. El resto de los participantes, que no recibieron esta información pero se sometieron al mismo aumento del estímulo, curiosamente fueron sintiendo menos dolor a medida que transcurrían los días. A esto se suma que las palabras que usamos también pueden influir en la percepción del dolor. Por ejemplo, si describimos que el pinchazo de una vacuna va a ser “casi imperceptible” nuestro cerebro siente mucho menos dolor que si antes de aplicarla lo describimos como “horrible” o “desolador”, tal y como demostraba un reciente estudio alemán publicado en la revista Pain.

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