No se conoce bien la causa, pero se relaciona este dramático suceso con problemas en el mecanismo del sistema nervioso central que controlan la respiración y el ritmo cardiaco que están implicados en la detección del intercambio de gases durante la respiración, se presenta de forma esporádica y rápida y no se puede prevenir ni evitar.
Se cree que pueden contribuir factores como el estrechamiento y la inflamación de las vías respiratorias, una deficiencia crónica de oxígeno y una respiración irregular con sucesos de apnea, lo que puede predisponer al bebé a un espasmo de la tráquea y provocar su muerte.
Es el mayor causante de fallecimientos de bebés aparentemente sanos (aprox. 1 de cada 2 mil nacidos, durante el 1er año de vida), principalmente entre los 2 y 4 meses de edad, y ataca a bebés de hasta 1 año.
Los bebés respiran entre 40 y 55 veces por minuto. Es normal que dejen de hacerlo en lapsos de 4 a 8 segundos, pero un evento de más de 10 segundos es anormal y si llega a 20 segundos se considera muy serio. En la mayoría de los casos basta con enderezar al bebé, el movimiento hará que jale aire… pero por desgracia resulta sumamente difícil detectarlo a tiempo cuando el bebé duerme.
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