Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

viernes, 8 de marzo de 2013

¿Se pueden enseñar las habilidades sociales?




Habilidades sociales ¿pueden enseñarse?

En un lúcido artículo que ya data de hace un par de años, la licenciada argentina María Elena Festa se pregunta si es posible enseñar las habilidades sociales. Para responder a esa interrogante fija como marco preliminar el hecho de que “toda persona necesita de un contexto social que lo signifique y con el cual pueda interactuar” y reconoce que esa interacción resulta clave y decisiva en cuanto a la integración de las personas en los diversos ámbitos en que nos movemos.

Indudablemente en estos tiempos en que la familia, por diversas razones que tienen variadas explicaciones y justificaciones, ha ido abandonando su rol colaborador con la educación y dejando cada vez más en manos de los docentes responsabilidades que antaño le eran privativas. Desde ese punto de vista tenemos que la escuela, como institución formadora, ha ido acrecentando no sólo su ámbito de competencias, sino que también sus responsabilidades. Si a ello agregamos que, como bien reconoce nuestra autora, los procesos de socialización ocurren en forma paralela —aunque no al mismo ritmo y velocidad— a otros de orden cognitivo, fisiológico y emocional, lo que significa que las personas en formación que son nuestros estudiantes sufren problemas de adaptación en los distintos ámbitos mencionados y tienen pocas posibilidades de resolverlos si no es con la ayuda de un docente capacitado para enfrentar dichas dificultades y que —quiéralo o no— es el modelo más próximo que tienen los niños y jóvenes.

No debemos olvidar nunca que, a medida que va pasando el tiempo y las personas crecen, la ausencia de habilidades en las relaciones interpersonales se va agudizando y generando mayores tensiones. Como ya anotábamos en un post anterior y como señala también la autora en comento, muchos de los trastornos emocionales y conductuales que se presentan en los niños y jóvenes pasan por una inadecuada habilidad para relacionarse con sus iguales.

Por esa razón no puedo menos que concordar con la licenciada María Elena Festa en insistir que todo proyecto educativo que busque verdaderamente mejorar la calidad de la Enseñanza ha de poner especial interés en la formación cabal de las personas, lo que incluye un especial énfasis en el desarrollo de sus habilidades sociales las que, a futuro, serán fundamentales para establecer las redes sociales y de apoyo que requiere la Sociedad de la Información y el espíritu emprendedor.

Así las cosas, hábitos y habilidades sociales que se hagan cargo de lo escolar, lo afectivo, lo vocacional, lo recreativo y lo familiar incluso deben ser tema de primer nivel en toda planificación escolar y no como ocurre comúnmente en nuestro país con las horas asignadas a Orientación, un tema de tercer orden cuya planificación y puesta en práctica suele considerarse como un mero “relleno” en el horario de los cursos

Un buen repertorio de funciones principales en esta área, lo toma la autora de Aguado (1988) y Monjas (1993), quienes indican como prioritarias las siguientes:

- Conocimiento de sí mismo y de los demás..
- Desarrollo de determinados aspectos del conocimiento social y determinadas conductas, habilidades y estrategias que se han de poner en práctica para relacionarse con los demás.
- Autorregulación de la propia conducta en función del feedback que se recibe de los demás.
- Apoyo emocional y fuente de disfrute.
- Aprendizaje del rol sexual, desarrollo moral y aprendizaje de valores.

Todo esto, me permito agregar, en un marco donde las responsabilidades sociales, cívicas, democráticas y una visión ética, permitan la formación de ciudadanos emprendedores que busquen hacerse cargo de los problemas de sus comunidades con espíritu optimista, liderazgo positivo e ideas creativas puestas al servicio de la convivencia social.
Para concluir intentaré responder la pregunta inicial, conciente de que, para algunos, pueda mi respuesta resultar elusiva:

Creo que las habilidades sociales deben desarrollarse en la escuela, puesto que ésta debe propiciar las experiencias que las pongan a prueba y las moldeen a lo largo de la vida escolar.

Estoy conciente de que esto se ha hecho poco y mal, pero eso no obsta para buscar fórmulas nuevas de ir fomentando la construcción de las redes sociales que toda persona requiere para vivir en sociedad y así, desde pequeño dotarlo de una herramienta crucial para sus emprendimientos posteriores. Esta enseñanza, si así quiere llamársele, ha de ir más desde lo empírico que desde lo cognitivo y, por cierto, fuertemente vinculado a experiencias significativas calibradas a la edad y desarrollo de los estudiantes.

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